19 de junio de 2017

El poeta inmortal

Y cuando me convoquen a declarar mis actos,
aunque sólo me escuche una silla vacía,
será firme mi voz.
No por lo que la muerte me prometa,
sino por todo aquello que no podrá quitarme.
Luis García Montero
Arrojó el papel por la ventana. Sus palabras eran torpes y vacías. Nadie daría un céntimo por aquello. Su poesía se apagaba como una vela sin pavilo. Su única esperanza era vivir de las rentas y los poetas no estaban para tirar cohetes. No eran, para nada, buenos tiempos para la lírica.
- A tu salud, Coppini…
Y dio otro trago a una botella cuyo gollete estaba pegajoso del whisky echado a perder y de sus propias babas. Ni asco sentía ya el que dio al mundo versos que variaron su velocidad.
- Las cosas se van terminando...
Pensaba cada día cuando le faltaban las ideas. A sus hojas en blanco les faltaba blancura. A la tinta de su pluma le faltaba intensidad, y a su luz como creador le faltaba gas. No estaba a la altura.
- Para la mierda de mundo que tenemos...
La desesperación rara vez le inspiraba, y cuando lo hacía las palabras eran demonios que clavaban el tridente en el alma. Se podía leer entre líneas que aquello provenía de lo más profundo de un pozo, tal vez en el que había caído el que una vez dio al mundo versos que lo volvieron más luminoso.
- Los jóvenes ya no saben escribir, y los viejos estamos acabados...
Y así cada día su mano se hacía más de piedra, y su papel parecía la arena de una playa que recibía la ola que borraba cada garabato recién escrito. Su temblor presagiaba lo peor, y lo peor llegó como le llega lo peor siempre a los poetas; en el momento exacto.

Aquí yace un poeta.

Menudo epitafio.

Mientras tanto, el joven que recogió el papel arrojado por la ventana repasaba con los ojos llorosos lo en él escrito, y soñó con más poesías, con más versos, con sonetos, con elegías... Soñó que él lo haría, que sería el continuador de aquella historia, que para él provenía de un brillante manantial de esperanza. Continuó el trabajo del viejo y desesperado borracho del agujero, y pudo completar con belleza lo que empezó el otro. Los poetas nacen y mueren; pero El Poeta será inmortal, así ha sido y será.

1 comentario:

  1. Así ha sido siempre, el testigo se pasa, o más bien, cae y otros lo recogerán, Y mientras tanto;el tornillo de la creación cada vez más apretado, pero aún y así escribamos. Bonito, gracias por compartirlo amigo

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